48 horas después del fatídico 22-J, escribía en este blog que lo importante era levantarse. Y bien que lo hemos hecho.
Decíamos entonces: "en cuanto al equipo, no debemos
preocuparnos más de la cuenta. Las estrecheces económicas que se avecinan
(contaremos con la mitad del presupuesto de la temporada actual), no deben ser
un impedimento para luchar por el ascenso. Y si no, que se lo pregunten a los
aficionados del Éibar. Afortunadamente, la UD Las Palmas cuenta con una cantera
excelente que ahora va a tener otra oportunidad y en la que podemos confiar.
Todos queremos ver en el primer equipo a Héctor, Roque, Tana, Leo, Asdrúbal,
etc. Nos identificamos con ellos, con su forma de ser y de jugar. Y si vienen
refuerzos, que sean los justos para cubrir, eso sí, con garantías, los puestos
que aquellos no pueden". Dicho y hecho.
Claro que ello no habría sido posible sin el buen hacer del cuerpo
directivo y técnico de la UD. Por supuesto que la afición ha jugado un papel
importante, pero alguien tenía que tomar decisiones y en el menor tiempo
posible.
Y así ocurrió. Recuerdo que en la semana inmediata siguiente
al "caracazo", el club daba una rueda de prensa y presentaba al nuevo
plantel técnico, con Nicolás Rodríguez (ahora en otros lares, pero esto lo
dejamos para otro día) y Paco Herrera al frente.
Confieso que me sorprendió positivamente la rapidez de
reflejos de la Directiva del club a la hora de enderezar una nave que apuntaba
al encallamiento. El acierto en los técnicos se reflejó en los fichajes de jugadores
foráneos, como Araujo, Guzmán y Ortuño.
Si este domingo celebramos el merecido ascenso es sobre todo
a esas decisiones rápidas y acertadas que ilusionaron de nuevo a la afición y
consiguieron mantener la cohesión entre el club y el entorno amarillo.
No podemos cerrar este comentario sin hacer mención a los
jugadores. Y aquí sobresale de nuevo la figura de Valerón, no tanto por su
aportación al juego, siempre excelente pero con pocos minutos en la temporada,
sino por su apoyo emocional a los compañeros ante tantos momentos amargos que
hemos tenido, tras el shock de 2014 y durante este curso.
Y, cómo no, una mención especial a Jonathan Viera, que cogió el testigo del lesionado Nauzet Alemán, y de qué manera, en el momento que más lo necesitábamos.
Y, cómo no, una mención especial a Jonathan Viera, que cogió el testigo del lesionado Nauzet Alemán, y de qué manera, en el momento que más lo necesitábamos.
Y terminamos con la misma frase con la que cerrábamos el
comentario de 2014: "Al final, lo que cuenta no es cuántas veces has
caído, sino cuántas veces te levantaste".
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