Y no lo digo por lo que ocurrió en el partido de la liga
regular, que también debe servirnos de escarmiento, sino porque cumpliendo esas
premisas, y atendiendo lógicamente a las instrucciones que les dé Herrera antes del
encuentro y durante el mismo, tendremos muchas más posibilidades de conseguir el
objetivo.
Es absolutamente imprescindible que los jugadores estén "enchufados"
los 180 minutos. No cabe un solo despiste (recuérdese lo que pasó en los
últimos segundos del 22-J), ni una protesta al árbitro, ni reaccionar a las
provocaciones del adversario. Autocontrol. Aunque algunos de los amarillos son muy jóvenes, los veteranos, con Valerón al frente, deben ocuparse de que el equipo no falle en estas cuestiones. Deben estar pendientes solo del juego. Vamos, que no deben ni mirar para el árbitro ante decisiones polémicas. Ya se ocuparán los 28.000 aficionados del Gran Canaria de cantarle las cuarenta cuando haga falta. Y en cuanto al partido de ida, a sufrir, como dice Herrera. Calladitos y al tajo.
La experiencia demuestra que las protestas de los jugadores
al árbitro, salvo si el jugador se llama Messi, Iniesta, Sergio Ramos y pocos
más (en cuyo caso el colegiado le pregunta cómo están sus hijos y si los lleva
al cole), en el resto de los casos las protestas siempre juegan en contra del propio
equipo. Al estilo inglés. Si el árbitro pita, acátese sin
rechistar.
No nos pongamos nosotros chinas en el camino.
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