Canarias IUSPORT

03 septiembre 2017

EL ORIGEN DEL 'RIQUI RACA'



Hoy traemos a nuestro blog un excelente trabajo realizado por el historiador Javier Domínguez sobre el origen de canto tradicional de los aficionados canarios.

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Por Javier Domíguez

La influencia británica en el devenir de la vida diaria del Archipiélago canario en los años finales del siglo XIX y en los inicios del siglo XX fue bien notoria, principalmente en las islas capitalinas, donde los asentamientos de las colonias de súbditos de su majestad llevó a la expansión e implantación no sólo de una gran actividad económica, sino también de una muy diversa actividad deportiva, que incluían cánticos de ánimo que transformaron los isleños.



Sin lugar a dudas 1890 representa un cambio sustancial de las estructuras socioeconómicas canarias. A partir de esta fecha la capital de Gran Canaria experimentará un crecimiento acelerado, pues de casi 20.000 habitantes pasará, en apenas diez años, a 45.000. El censo de 1910 indica que el número de residentes británicos en Las Palmas había ascendido a 437, frente a los 79 que se registran en la Villa de La Orotava.


Los enclaves portuarios del Archipiélago se transformaron más aún en centros de escala para las flotas mercantes europeas que surcaban el Atlántico Norte y Sur, en particular de cara al avituallamiento de los buques británicos que cubrían las rutas con África del Sur, Río de la Plata y la India Mail, cubierta por vapores correo con la India.


La construcción de La Luz entre 1883-1884 corrió por cuenta del Estado a través de la empresa Swanston and Company, con sede en Londres. Las primeras concesiones de depósitos de carbón en La Luz fueron en 1885 para la firma escocesa canarizada Miller e Hijos, para Blandy Brothers y para la Grand Canary Coaling Company, sucursal de la Elder Dempster de Alfred Lewis Jones. Antes de 1914 vendrían otras casas carboneras del Reino Unido, como Wilson Sons, Cory Brothers y la Compañía Carbonera de Las Palmas, además de la citada Woerman.


El gran número de negocios y negociantes británicos de la capital grancanaria explica que la colonia británica fuera numerosa. El inglés y lo inglés estaba presente en muchos detalles de la vida diaria de los canarios de aquella época: las numerosas empresas británicas como consignatarias, varaderos, astilleros, almacenes, bancos, hoteles, etc.


Gran Canaria se inicia como estación veraniega de los turistas británicos con los viajeros que hacían con frecuencia la ruta de la India Mail. A partir de 1890 comienzan a actuar compañías en el sector como la Grand Canary Island Company Limited, que dirigida por Alfred L. Jones dispuso de una cadena de cuatro hoteles en Las Palmas, entre ellos el primitivo Santa Catalina y el Metropol. Al aumento del movimiento migratorio, y a la creciente moda del viaje, se sumaría la propaganda que la propia colonia británica residente en Canarias hacía entre sus compatriotas, fomentando el turismo en las islas. Así, Mr. Alfred L. Jones consiguió que las navieras rebajasen sus tarifas y facilitasen billetes de ida y vuelta desde Liverpool a precios módicos de 15 a 25 libras, en un intento por acaparar un mayor número de visitantes en Gran Canaria. Con estas facilidades se produjo un verdadero contingente de turistas que a partir de 1887 empezaría a adquirir cierta significación económica.


El deporte fue una actividad que se popularizó en Gran Canaria gracias a los ingleses, que fundaron toda una serie de clubes deportivos. De esta manera podían practicar sus aficiones favoritas, y aliviar el tedio y la monotonía de la vida en las islas. De hecho, la capital grancanaria podía estar orgullosa de ser "el único puerto donde los visitantes podían encontrar clubes de golf, cricket, lawn tennis y football, sin mencionar croquet y póker".


La afluencia cosmopolita del turismo, unida a la natural disposición, contribuyó eficazmente a que se implantaran los deportes más diversos como el golf, yacht, lawn-tennis, football, automovilismo y otros sports. En Las Palmas surgió el primer club de golf de España y en esta ciudad hubo barrios residenciales con los clásicos chalés ajardinados de tipo inglés, por no hablar de las iglesias anglicanas, los salones de té o los colegios.


A principios del siglo XX el juego de la pelota, o sea, el foot-ball, era el que más practicaban los ingleses residentes, en los arenales y descampados que una ciudad como Las Palmas disponía en sus proximidades. Tanto es así que las apasionadas partidas en sábados y días festivos atraían a practicantes y seguidores en gran número, y a los que empezaban a asistir los canarios como espectadores.


En pocos años el juego de la pelota se va arraigando en la población insular, principalmente por las rutinarias partidas de football que celebraban los sábados los empleados ingleses, y pronto junto a ellos aparecen los primeros canarios que les imitaban en lo de dar patadas a una pelota. Ingleses y canarios llegaron a relacionarse en la práctica de algunos deportes, entremezclándose sin importar las nacionalidades, tal y como evidencia la prensa local, sobre todo en Las Palmas, donde a partir de 1900 parecía como si se hubiesen despertado los entusiasmos por toda clase de deportes.


18 marzo 2017

DESPEDIDA A UN SEÑOR DE LOS BANQUILLOS


Este sábado se despidió de la UD Las Palmas un auténtico señor de los banquillos. Los amarillos jamás olvidaremos estas dos temporadas en las que un técnico situado geográficamente en las antípodas, logró acertar con la tecla que llevábamos buscando desde la segunda época dorada de la UD, la de los argentinos Carnevali, Wollf, Brindisi y Morete, acompañando a otra buena camada de la cantera amarilla.

Sí, así es. Hay que remontarse casi cuarenta años atrás para que los amarillos recuperásemos un patrón de juego, un sistema reconocible, con defectos, pero identificable precisamente con el estilo tradicional del fútbol canario, pausado y técnico.

Un cántabro, un señor fuera y dentro de los terrenos de juego, culto, formado y con un talante excepcional, llegó, procedente del paro -voluntario- es cierto,  cuando la UD Las Palmas iniciaba su cuesta abajo hacia Segunda (fue despedido Paco Herrera, que nos subió a Primera) y en pocas jornadas consiguió dejar su impronta en los jugadores. Rescató a Tana, potenció al gigante de Viera, despertó al gran mediocentro que es Roque, etc.

Setién nos resucitó. Es cierto que la materia prima estaba aquí, pero es más cierto que siempre ha estado ahí y nadie la veía. Sin ir más lejos, en el partido del viernes contra el Villarreal había nueve canarios en el campo, ahí es nada.