Se alegó entonces que también resultarían beneficiados los
propios árbitros, ya que así se evitarían polémicas suscitadas por anteriores
actuaciones
Tras conocerse la pretensión de los clubes profesionales,
los árbitros y asistentes de Primera y Segunda suscribieron una carta de
protesta que fue dada a conocer por su presidente, Victoriano Sánchez Arminio.
En ella se daba cuenta de que "el intento de introducir
la tacha (sustantivo que emplearon para sustituir de la forma más peyorativa
posible al término recusación) supone una afrenta que socava gravemente los
principios de independencia e imparcialidad que debemos tener. Se trata
simplemente de un intento de tachar, de vetar nuestra participación sin motivo
alguno, simplemente por la propia voluntad del interesado, despreciando nuestra
capacidad y poniendo en duda públicamente valores que nos son inherentes, como
la rectitud, la imparcialidad y la independencia".
Y terminaban recordando que las recusaciones no están
contempladas por la normativa de la FEF.
Forzando el asunto desde la perspectiva legal, podría
alegarse que la organización de la competición del fútbol es una función
pública que ejercen las federaciones por delegación de la Administración y, en
base a ello, recusar a un colegiado, pero conociendo el percal esto no sería útil.
La RFEF denegaría de plano la recusación y el interesado debería plantear un pleito
judicial, cuya decisión, como saben, casi nunca llega a tiempo de ser efectiva.
La recusación, una figura legal que existe en el ámbito de
las organizaciones públicas, aún no ha llegado a todo el sector privado. Desde
luego no al fútbol.
El deporte rey no contempla la posibilidad de recusar (o
tachar, es igual) a un colegiado cuando un club puede probar de forma
contundente que tal profesional no goza de la independencia exigida a todo
aquel que dirime controversias.
¿Debería entonces el club amarillo recusar al colegiado del partido de ida?
A mi juicio, no. Primero, porque la opción legal no existe y sólo
contribuiría a deteriorar el ambiente, perjudicando al final los intereses del
conjunto amarillo.
Y segundo, porque probar la parcialidad de un árbitro no es
nada fácil. En el partido de liga contra el Zaragoza vimos cómo los jugadores y
el personal técnico del club maño provocaban a los amarillos, pero ¿acaso
obraron bien Nauzet, Culio y Ángel al reaccionar contra las provocaciones?
Más allá de los detalles o de la graduación, lo cierto es
que, como decíamos entonces, rozamos el desastre. A lo único que aspiraba en
aquel caso el club amarillo era a que se le concediera la atenuante de
provocación previa para reducir las sanciones, pero la RFEF tenía constancia de
que las acciones de los jugadores amarillos fueron antideportivas, y lo mismo decimos
nosotros de los adversarios que los provocaron, con mejor suerte que aquellos
en dicha ocasión, eso sí.
El precedente del partido Ceuta – La Palma de 2014
En noviembre de 2014 se produjo un caso atípico en el
partido Ceuta – La Palma, en el grupo 10 de Tercera División.El Comité hizo un nombramiento que no le gustó al equipo ceutí, al asignar el encuentro al algecireño Nicolás Fernández Arjona. La AD Ceuta FC decidió, no recusar en sentido formal al árbitro, sino solicitar al Comité Técnico de Árbitros (CTA) que le designara un colegiado "no andaluz".
En aquella ocasión, el Comité de Árbitros, para sorpresa de
todos, accedió y le designó un colegiado madrileño (Sánchez Meneses).
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