28 junio 2014
25 junio 2014
LO IMPORTANTE ES LEVANTARSE
Han pasado algo más de 48 horas desde el mazazo del partido contra el Córdoba y se observa cómo la indignación y la melancolía se han apoderado de los grancanarios.
Cientos de comentarios en los periódicos digitales y en las redes sociales ponen de manifiesto un verdadero trauma colectivo que tenemos que tratar lo antes posible.
Para empezar, por mucho que nos identifiquemos con el equipo amarillo, no debemos perder la perspectiva de que se trata de deporte, de ahí que debamos situar las cosas en su justo término.
Salvando esto, lo cierto es que los actos vandálicos del domingo en el estadio de Gran Canaria, con tan negativo desenlace a nivel deportivo y económico, nos han sumido en una profunda tristeza que tenemos que superar cuanto antes. Y eso se consigue mirando hacia delante, observando el horizonte, marcándose nuevos objetivos y renovando las estrategias.
La mayoría de los comentarios giran en torno a la necesidad de depurar responsabilidades a nivel organizativo y de sancionar duramente a los desnortados que invadieron el campo. Por supuesto que habrá que hacerlo. Los errores son compartidos entre los gestores de la seguridad privada y los de la seguridad pública.
En cuanto a los innombrables, hay que llevarlos ante la Comisión Antiviolencia y una vez probada su participación en los hechos, prohibirles el acceso a los recintos deportivos.
Pero esas dos iniciativas no evitarán por sí mismas que hechos similares se repitan en el futuro.
Los sociólogos dan cuenta de las causas mediatas de estos hechos: marginalidad, recortes presupuestarios, desarraigo, familias desestructuradas, fracaso escolar, violencia familiar, etc… Sin embargo, todos sabemos que la solución a estos problemas está lejos en el tiempo, si es que algún día se consigue erradicarlos. Más bien creo que siempre ha habido y siempre habrá un porcentaje de la población que discurre de forma violenta y a contracorriente.
Cientos de comentarios en los periódicos digitales y en las redes sociales ponen de manifiesto un verdadero trauma colectivo que tenemos que tratar lo antes posible.
Para empezar, por mucho que nos identifiquemos con el equipo amarillo, no debemos perder la perspectiva de que se trata de deporte, de ahí que debamos situar las cosas en su justo término.
Salvando esto, lo cierto es que los actos vandálicos del domingo en el estadio de Gran Canaria, con tan negativo desenlace a nivel deportivo y económico, nos han sumido en una profunda tristeza que tenemos que superar cuanto antes. Y eso se consigue mirando hacia delante, observando el horizonte, marcándose nuevos objetivos y renovando las estrategias.
La mayoría de los comentarios giran en torno a la necesidad de depurar responsabilidades a nivel organizativo y de sancionar duramente a los desnortados que invadieron el campo. Por supuesto que habrá que hacerlo. Los errores son compartidos entre los gestores de la seguridad privada y los de la seguridad pública.
En cuanto a los innombrables, hay que llevarlos ante la Comisión Antiviolencia y una vez probada su participación en los hechos, prohibirles el acceso a los recintos deportivos.
Pero esas dos iniciativas no evitarán por sí mismas que hechos similares se repitan en el futuro.
Los sociólogos dan cuenta de las causas mediatas de estos hechos: marginalidad, recortes presupuestarios, desarraigo, familias desestructuradas, fracaso escolar, violencia familiar, etc… Sin embargo, todos sabemos que la solución a estos problemas está lejos en el tiempo, si es que algún día se consigue erradicarlos. Más bien creo que siempre ha habido y siempre habrá un porcentaje de la población que discurre de forma violenta y a contracorriente.
TAMBIÉN ESTAMOS INDIGNADOS CON EL ÁRBITRO
22 junio 2014
GRACIAS JUGADORES, GRACIAS DIRECTIVA
En estos momentos tan duros para los amarillos de bien, es de justicia reconocer el trabajo de los jugadores y la buena gestión llevada a cabo por el equipo directivo y técnico de Miguel Ángel Ramírez.
Un puñado de jóvenes desnortados, que no se representan más que a sí mismos, nos ha producido una frustración enorme cuando teníamos la eliminatoria encarrilada. Sobre ellos deberían recaer sanciones de prohibición absoluta de acceso a los estadios de toda España por mucho tiempo. Espero que los escasos medios policiales presentes (grave error de la Delegación del Gobierno) hayan podido identificarlos para que puedan ser llevados ante la Comisión Antiviolencia.
Es cierto que los jugadores pudieron haber hecho más en la recta final de la liga regular, donde tuvimos el ascenso directo al alcance de la mano, pero también hay que reconocerles que lo hicieron muy bien en la liguilla de ascenso, muy serios, sobre todo en defensa y mediocampo.
Nada podemos reprochar, en cambio, al presidente, a su equipo directivo y al plantel de técnicos. Han estado en todo momento a la altura de las circunstancias. Incluimos aquí a Sergio Lobera, gran persona y mejor técnico.
Todo nuestro reproche va dirigido a los innombrables que invadieron el terreno de juego y consiguieron paralizar el partido, dando oxígeno al rival, que estaba absolutamente descompuesto, y desconcentrando a los nuestros con el resultado tan cruel que hemos sufrido.
Ahora toca reponerse y empezar de nuevo, para lo cual disponemos de mimbres suficientes en la cantera.
Hasta el año que viene.
Un puñado de jóvenes desnortados, que no se representan más que a sí mismos, nos ha producido una frustración enorme cuando teníamos la eliminatoria encarrilada. Sobre ellos deberían recaer sanciones de prohibición absoluta de acceso a los estadios de toda España por mucho tiempo. Espero que los escasos medios policiales presentes (grave error de la Delegación del Gobierno) hayan podido identificarlos para que puedan ser llevados ante la Comisión Antiviolencia.
Es cierto que los jugadores pudieron haber hecho más en la recta final de la liga regular, donde tuvimos el ascenso directo al alcance de la mano, pero también hay que reconocerles que lo hicieron muy bien en la liguilla de ascenso, muy serios, sobre todo en defensa y mediocampo.
Nada podemos reprochar, en cambio, al presidente, a su equipo directivo y al plantel de técnicos. Han estado en todo momento a la altura de las circunstancias. Incluimos aquí a Sergio Lobera, gran persona y mejor técnico.
Todo nuestro reproche va dirigido a los innombrables que invadieron el terreno de juego y consiguieron paralizar el partido, dando oxígeno al rival, que estaba absolutamente descompuesto, y desconcentrando a los nuestros con el resultado tan cruel que hemos sufrido.
Ahora toca reponerse y empezar de nuevo, para lo cual disponemos de mimbres suficientes en la cantera.
Hasta el año que viene.
19 junio 2014
90 MINUTOS SIN PARAR
Hemos tenido la suerte, eso, la suerte, de que en el partido de ida nos tocara un árbitro excelente, Iñaki Vicandi Garrido, del Comité Vasco. Hizo un trabajo pulcro y nunca quiso ser el protagonista.
Un 10 a un colegiado cuya actuación no influyó en absoluto en el desarrollo del encuentro, como debe ser.
Y ahora me salgo del tiesto y hago una petición, urbi et orbi, desde esta esquina de la web oficial de UD Las Palmas, el equipo que mi padre me inoculó por vía intravenosa en mi infancia y que ya forma parte de mis genes.
El ruego a la afición no es que apoye al equipo durante el partido, eso lo doy por descontado.
Lo que le pido, y yo me comprometo a cumplir, es que estemos los 90 minutos (o los 120), sin parar, cantando y empujando a los jugadores. Eso, 90 minutos seguidos, sin pausas, jaleando al equipo, sin que ni uno solo de nosotros haga el más mínimo reproche. Toda nuestra energía en una sola dirección, como lo hace sin desfallecer nuestra Grada Naciente.
Se trata de mentalizarnos colectivamente. Si todos empujamos en el mismo sentido, esa fuerza mental se transmitirá a los jugadores y estos nos llevarán a la gloria 14 años después del último ascenso.
Un 10 a un colegiado cuya actuación no influyó en absoluto en el desarrollo del encuentro, como debe ser.
Y ahora me salgo del tiesto y hago una petición, urbi et orbi, desde esta esquina de la web oficial de UD Las Palmas, el equipo que mi padre me inoculó por vía intravenosa en mi infancia y que ya forma parte de mis genes.
El ruego a la afición no es que apoye al equipo durante el partido, eso lo doy por descontado.
Lo que le pido, y yo me comprometo a cumplir, es que estemos los 90 minutos (o los 120), sin parar, cantando y empujando a los jugadores. Eso, 90 minutos seguidos, sin pausas, jaleando al equipo, sin que ni uno solo de nosotros haga el más mínimo reproche. Toda nuestra energía en una sola dirección, como lo hace sin desfallecer nuestra Grada Naciente.
Se trata de mentalizarnos colectivamente. Si todos empujamos en el mismo sentido, esa fuerza mental se transmitirá a los jugadores y estos nos llevarán a la gloria 14 años después del último ascenso.
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