Este fin de semana volvió a repetirse el lanzamiento interesado de balones al terreno de juego a sabiendas de que el colegiado está obligado reglamentariamente a parar el partido.
Los aficionados del Sevilla sabían que este gesto antideportivo, tan eficaz para perder tiempo, les saldría barato a la vista de los antecedentes que se conocen. La mala moda del lanzamiento de balones al campo por parte de los recogepelotas comenzó en la Liga el pasado 30 de enero, durante la disputa del Osasuna-Real Madrid (1-0).
Dos días después, el 1 de febrero, el Comité de Competición de la Federación Española de Fútbol (RFEF) sancionó al club navarro con una multa irrisoria de 602 euros. El pasado 11 de abril se reprodujeron los incidentes durante el Zaragoza-Getafe en La Romareda (2-1), con el agravante de que, en esta ocasión, uno de los balones surgió del banquillo del equipo aragonés. De nuevo la multa por parte del Comité de Competición se quedó en apenas 600 euros.
El Comité ha venido aplicando a estos supuestos el grado mínimo de la sanción prevista en el art. 86 del Código Disciplinario del Fútbol, según el cual "los clubes que incumplan los deberes propios de la organización de los partidos y los que son necesarios para su normal desarrollo, serán sancionados con multa en cuantía de 602 a 3.006 euros o, según la trascendencia del hecho, con clausura de sus instalaciones deportivas de uno a tres encuentros".
Está claro que esta orientación debe cambiar de inmediato. Ante la evidencia de que se está haciendo un uso reiterado de esta treta se hace imprescindible dar dos vueltas de tuerca. No basta a mi juicio con multar en la cuantía máxima, ya que los clubes profesionales, aunque no están sobrados, pueden afrontar sin mayor quebranto una multa de 3.000 euros. La clausura de las instalaciones, esa es la sanción a imponer, ahí sí que les duele a los clubes.
Estoy convencido de que una sola sanción de clausura que se imponga a un club por estos hechos, en tanto que responsable de las acciones de los recogepelotas, acabaría de golpe y porrazo con esta nueva moda antideportiva.
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