El parón interruptus de la Liga está teniendo un efecto boomerang, tanto contra la LFP como contra su presidente. Además, ha logrado que vuelvan a la actualidad las tensiones que existen en su seno entre el G-6 y los demás clubes por el reparto de los derechos de TV.
En cuanto a la LFP, se ha destapado la caja de los truenos de las ingentes deudas del fútbol profesional con Hacienda y la Seguridad Social. En cuanto al presidente de la LFP, el presidente del Sevilla C.F., José María del Nido, acaba de manifestar que José Luis Astiazarán no cumple con su misión de aunar a todos sus miembros. Surgen ya voces que piden su dimisión.
El presidente del Sevilla subrayó que con estos repartos de los derechos de TV, y los que se avecinan tras el acuerdo previsto para 2014, sólo dos clubes pueden aspirar a ganar el campeonato, dejando al final de temporada un abismo de 30 puntos con respecto al tercero, a diferencia de lo que acontece en Italia o Inglaterra, por ejemplo, en los que el campeonato se lo disputan más de cuatro clubes.
En el mismo debate, Javier Tebas, representante del G-30 y ex vicepresidente de la LFP, replicó que cuando este grupo propuso la venta centralizada de los derechos de TV se encontró con la oposición de varios clubes, entre ellos el Sevilla, ahora integrantes del llamado G-6. Tacha de incoherentes a los miembros de este grupo.
Lo cierto es que en la correlación de fuerzas existentes en el seno de La Liga, al abordarse el futuro reparto de los derechos de TV, el G-30 tuvo que elegir la menos mala de las dos propuestas que estaban en liza, la que presentaron los grandes (Real Madrid y Barcelona) y la que propugnaba el G-6. La formula de este grupo minoritario era más gravosa para los clubes pequeños que la finalmente aprobada, impulsada por los dos transatlánticos del fútbol, lamentablemente también injusta.
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