Hemos tenido la suerte, eso, la suerte, de que en el partido de ida nos tocara un árbitro excelente, Iñaki Vicandi Garrido, del Comité Vasco. Hizo un trabajo pulcro y nunca quiso ser el protagonista.
Un 10 a un colegiado cuya actuación no influyó en absoluto en el desarrollo del encuentro, como debe ser.
Y ahora me salgo del tiesto y hago una petición, urbi et orbi, desde esta esquina de la web oficial de UD Las Palmas, el equipo que mi padre me inoculó por vía intravenosa en mi infancia y que ya forma parte de mis genes.
El ruego a la afición no es que apoye al equipo durante el partido, eso lo doy por descontado.
Lo que le pido, y yo me comprometo a cumplir, es que estemos los 90 minutos (o los 120), sin parar, cantando y empujando a los jugadores. Eso, 90 minutos seguidos, sin pausas, jaleando al equipo, sin que ni uno solo de nosotros haga el más mínimo reproche. Toda nuestra energía en una sola dirección, como lo hace sin desfallecer nuestra Grada Naciente.
Se trata de mentalizarnos colectivamente. Si todos empujamos en el mismo sentido, esa fuerza mental se transmitirá a los jugadores y estos nos llevarán a la gloria 14 años después del último ascenso.
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