A estas horas, ya todos conocen lo sucedido, pero quizá no todos sepan lo que pudo suceder con respecto al partido OSASUNA-BARCELONA de hoy sábado si el club catalán no se hubiese presentado a tiempo: una incomparecencia que habría puesto en el disparadero a la RFEF, por lo que luego diremos; al final, todo quedó en un "malentendido"
El origen del asunto se sitúa en la decisión de Guardiola, al parecer irrevocable, de que el equipo viaje, salvo casos imposibles, el mismo día del partido. Los acontecimientos se han ocupado de reducir esta postura al absurdo. Ante la gigántesca huelga -no declarada- de los controladores aéreos españoles del viernes, nadie podía asegurar, más bien lo contrario, que el equipo catalán, ni ningún otro, pudiera utilizar el avión este fin de semana. O sea, cabezonería del técnico azulgrana y comportamiento seguidista de la Junta Directiva blaugrana. El propio vicepresidente primero del Barcelona, Jordi Cardoner, admitió que el Barça "posiblemente" se confió demasiado de las indicaciones que recibió de AENA en el sentido de que podría viajar en avión desde El Prat en la mañana del sábado.
A raíz del empecinamiento de Guardiola se producen los contactos del club con la RFEF para posponer el encuentro al domingo, ya que, dado lo avanzado del día, no podía asegurar que llegaría a la hora prefijada (20:00). Al parecer, la Federación Española de Fútbol habría aceptado aplazar el encuentro a las 17:00 del domingo.
EL GOZO EN UN POZO
Sin embargo, ello no era viable jurídicamente, por dos razones:
- La primera, porque la RFEF carece de competencia; le corresponde a la LFP.
- La segunda, porque la petición del Barça no contaba con el asentimiento del otro club, el Atlético Osasuna. En la entidad navarra se percibe un fuerte y justificado malestar ante lo sucedido (recuérdense los trabajos a destajo para quitar el hielo del Estadio)
Ante tales evidencias, el Barcelona optó lógicamente, aunque con retraso, por viajar a las 16.00 horas en tren hasta Zaragoza, y después en autobús con destino a Pamplona. Las 20:30 era la hora límite y el Barça llegó a las 20:20, así que NO HAY CASO.
¿QUÉ HABRÍA PASADO?
Si el club catalán no se hubiere personado en el campo, o hubiese sobrepasado la media hora de cortesía que prevé el Reglamento, la patata caliente habría pasado a manos del Comité de Competición, al cual no le cabría otra alternativa que sancionar al conjunto azulgrana con pérdida del encuentro, por incomparecencia injustificada, tal y como resulta de la doctrina consolidada en casos en los que el club incomparecido pudo haber evitado la situación y no lo hizo.
Visto lo visto, la RFEF tampoco ha salido muy bien parada de este embrollo. Desde el principio, su respuesta debió haber sido clara y contudente: "busquen el acuerdo con el Osasuna y hablen con la Liga, yo en ésto no tengo competencia". Pero no obró así. Afectada, al parecer, por el "estado de alarma" decretado por el Gobierno ante el crash producido por la mega huelga, la RFEF creía que se justificaría cualquier medida, incluido un aplazamiento de partidos (algunos, por cierto, sí se han suspendido de forma regular por este motivo).
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