La jugada no ofrece duda. En el minuto 75 Momo recibió un pelotazo que a la postre supuso indebidamente su segunda amarilla y consiguiente expulsión.
Todos los aficionados presentes en el estadio, sobre todo los que estaban en la grada sur próximos al lugar, vieron claramente la jugada: Momo se gira sobre sí mismo para eludir el pelotazo de frente y, de forma absolutamente involuntaria, tras golpearle en la espalda, el balón le da en un brazo.
Se trata de un caso claro de error de apreciación del colegiado. Juzgó como voluntaria una mano que no podía serlo por la sencilla razón de que el jugador giraba a tal velocidad sobre sí mismo que le hacía imposible calcular en qué vuelta podía interceptar la pelota con la mano. Recuérdese que no estaba en el área, sino en la zona de tres cuartos y en la banda.
No hacen falta más explicaciones. Un simple visionado de la jugada por los comités debería llevarles a la misma conclusión y, si es así, le revocarán la segunda amarilla al espléndido carrilero que la U.D. ha rescatado y que tan brillante trayectoria lleva -de nuevo- con nuestro equipo. Nos resulta necesario contar con él en el próximo encuentro contra el Guadalajara fuera de casa.
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