A PROPÓSITO DEL COMENTARIO DE ALFREDO RELAÑO SOBRE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS
Al hilo del acuerdo de ayer de la International Board, que dá luz verde a dos sistemas electrónicos para la línea de gol, Alfredo Relaño ha publicado en el diario AS un comentario en el que, en definitiva, prefiere que nada cambie antes de que avancemos sólo un poco. Relaño cita palabras del propio Platini, que como sabemos está en contra de las tecnologías aplicadas al fútbol: "¿Qué hacemos con el fuera de juego previo?" Y continua el director de AS: "si hubiéramos dado por bueno el gol, con el 'ojo de halcón' en la raya de gol, ¿qué hubiéramos hecho con el fuera de juego anterior? Y, más aún, ¿qué haremos con todas las decisiones arbitrales previas, quizá no tan dramáticas, pero sí influyentes, durante el partido? ¿Arbitra un señor o un jurado con una grabación? ¿Cuándo, cuánto y por qué? Creo en el arbitraje humano, con sus imperfecciones".
Discrepo absolutamente. Lo procedente no es postular un retroceso a las cavernas, sino lo contrario, mantener viva la presión sobre la FIFA para que un día (espero que no muy lejano) las nuevas tecnologías vayan más allá de la línea de meta, que no se apliquen en exclusiva a los goles fantasma. Hace tiempo, desde 1997 para ser más exactos, que defendemos el uso de un monitor de tv, que se ubicaría donde el cuarto árbitro, para que éste avise en tiempo real al colegiado principal de las infracciones o jugadas claves que tengan lugar durante el encuentro, sin perjuicio del superior criterio del árbitro principal. Lo hemos reiterado durante todos estos años sin éxito, pero no nos rendiremos. Estamos convencidos de que se trata de un sistema que no entorpece el normal desenvolvimiento del juego y sólo ofrece ventajas.
Relaño se equivoca al rescatar -sin querer- aquella frase desafortunada pronunciada en 1997 por el propio Blatter, hoy abanderado de las nuevas tecnologías: "la falibilidad humana es inherente al arbitraje"
Y nosotros le replicamos entonces, y lo reiteramos ahora: ¿inherente al arbitraje? Claro, y a la medicina, y a la ingeniería, y a la abogacía. La falibilidad, obviamente, es inherente a cualquier actividad humana.
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