ACERCA DE LA VICTORIA DEL CHELSEA
Mucho se comenta estos días el triunfo del antifútbol en el éxito del Chelsea en la Champions League. No lo voy a negar, desde la llegada al banquillo del actual entrenador, el italiano Roberto Di Matteo, el modelo utilizado es el catenacio. La guagua atrás y a esperar una ocasión calva para el contraataque.
Pero yo no quisiera analizar al Chelsea por lo realizado esta temporada. Los jugadores que este fin de semana se proclamaron campeones de la más prestigiosa competición de clubes a nivel mundial, se lo merecían por la trayectoria seguida en la última década. Han demostrado en este decenio que habían reunido méritos suficientes para hacerse con el más preciado galardón europeo. Por factores deportivos y algunos extradeportivos (el "siniestaso" de la semifinal de 2009), no habían ganado nunca este torneo que tanto anhelaban.
El portero Cech, John Terry, Frank Lampard, Malouda, Raul Mirelles, los españoles Mata y Torres, entre otros, y, cómo no, el imponente Didier Grogba, se merecían este título con independencia del fútbol rácano mostrado en esta temporada.
Lo lamento por el Bayer de Múnich. Hay que ver el peso de tantas finales perdidas, sobre todo aquella final de 1999 en la que ganaban al Manchester United por 1-0 en el minuto 90, y la perdieron por 1-2 en el minuto 93. Aquel fantasma reapareció este sábado en el justo instante en que Drogba, allá por el minuto 88, cabeceó desafiando a la física y empató el partido.
Pero ahí no se detiene el mal fario del equipo alemán. Al fantasma de 1999 le acompañó esta vez el gafe del bailarín Roben, al que persiguió de nuevo su particular fantasma, el de la Final del Mundial 2010 contra España, en la que falló sólo ante Casillas cuando el partido estaba empatado a cero. Roben volvió a errar esta vez contra el Chelsea y por partida doble: desperdició un penalti en la prórroga que podría haberles dado el trofeo y cayó en el mismo error en la tanda de penaltis.
En el otro lado estaba Drogba, que cuenta ya 34 años. En el otro no, en todas partes. Drogba despejaba de cabeza los balones que venían de los corners contrarios, presionaba al rival a medio campo, repartía balones cuando estaba retrasado y bregaba en solitario con los defensas rivales, a los que ponía de los nervios cada vez que se acercaba por sus linderos. Por cierto, también acertó, trás la prórroga, en el penalti que dio el triunfo a su equipo.
Tanta era su presencia, que Drogba también era el encargado de cometer los penaltis, sabedor de que podría hipnotizar a quienes osaran ejecutarlos. Cometió uno contra el Barça en la Semifinal, que falló Messi, y volvió a cometer pena máxima contra el Bayer en la Final, que malogró el pobre Roben, tan bueno él como previsibles sus acciones.
Dicho esto, quisiera resaltar una anomalía y hacer una sugerencia.
Resulta que en la Champions League se incurre en suspensión de un encuentro por la acumulación de dos tarjetas amarillas. Esto es un disparate. Con el reducido número de partidos de la competición, esta sanción es excesiva y no produce sino un efecto negativo sobre el propio torneo.
¿Se imaginan Vds. que en la NBA adoptaran el mismo criterio? Impensable. Allí lo que se estila en rascar el bolsillo. A los infractores se les sanciona económicamente en la generalidad de los casos; desde luego, no se les pasa por la cabeza suspender por un partido a un jugador por acumulación de amonestaciones.
Ese es el camino que debe recorrer la UEFA en sus competiciones, lo mismo que la FIFA. Una sanción de este tipo en cualquiera de las competiciones internacionales deja fuera del terreno de juego a grandísimos jugadores para frustración de ellos y de los aficionados. Los partidos quedan deslucidos cuando a los equipos se les priva de varios jugadores titulares por mor de una sanción descabellada.
Y eso justamente eso es lo que pasó en la Final de la Champions de este fin de semana, que quedó deslucida.
UEFA Y FIFA deberían tomar cartas en el asunto con carácter inmediato. Esta aberración no debe repetirse en la Eurocopa de Polonia-Ucrania 2012 ni, por supuesto, en el Mundial 2014 de Brasil.
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